domingo, 21 de octubre de 2012

Capitalismo y coacción ideológica. La escuela y la Iglesia.


La gran mayoría de la población da por hecho que vivimos en una democracia. Pocos ponen en duda el carácter soberanista del Estado español y menos aún se atreven a acusar a nuestro país de dictadura. Los medios ideológicos estatales (las escuelas, los medios) son, al parecer, imparciales y no responden a ningún interés concreto. Pero basta observar detenidamente la sociedad en la que vivimos para percatarnos de que esto no es cierto.


No es el propósito de este artículo demostrar que no vivimos en democracia, pero si es necesario que el lector lo asimile, así que haré una exposición lo más breve posible. 



En nuestro país la mitad de la riqueza está controlada por un pequeño sector de la población (el 10% más rico tiene el 51’9% de la riqueza), que además posee el timón de los medios y financia a los partidos políticos. Las crisis económicas, originadas por la insaciable búsqueda de beneficios de los poderes económicos, son pagadas por los trabajadores. A estos se les convence periódicamente de la necesidad de invadir tal o tal otro país casualmente repleto de recursos energéticos. Se les asusta y adoctrina con falacias para que acepten medidas que van claramente en contra de sus intereses. A todo aquel que se resiste a la dominación de los poderes económicos se le reprime sin miramientos. A quien denuncia esta situación –sin duda antidemocrática– se le tacha de loco o de radical.



Por tanto, si damos por hecho que no vivimos en democracia, suponemos que existe una clase dominante (que detenta el poder económico, mediático y político) y una clase dominada (que no detenta ningún poder). Para que la clase dominante mantenga su status necesitará de ciertos mecanismos de coacción, es decir aparatos que le permitan reprimir los intentos de la clase dominada por tomar el poder.



Con este artículo pretendo analizar de forma breve y entendible la coacción ideológica en el sistema capitalista. Me centraré en dos aparatos ideológicos precisos: la escuela y la Iglesia. Confío en que se asimile fácilmente lo que a continuación expongo.



Ruego asimismo al lector que deje a un lado todos los dogmas que lleva asimilando desde el día en que nació. De otro modo será imposible que me tome en serio.



He creído conveniente no concluir este breve análisis, pues forma parte de un conjunto (la coacción ideológica en el sistema capitalista) y por tanto no podemos sacar ninguna lectura definitiva. El lector siempre puede echar mano de las obras que cito si desea sacar conclusiones al respecto del tema que nos atañe.





¿Qué es la lucha de clases?
La sociedad capitalista puede fragmentarse en muchos sectores: hombres y mujeres, solteros y casados, adultos y jóvenes, trabajadores y desempleados, negros y blancos… Pero estas divisiones de poco nos sirven para tratar el tema que nos atañe: cómo somete la clase dominante a los oprimidos mediante la difusión de ideas.



Para responder a nuestra problemática es mucho más útil y lógico dividir la sociedad capitalista en dos clases, como hizo Marx en su momento: trabajadores y capitalistas. El capitalista es aquel que posee medios de producción (como una fábrica), medios de financiación (como un banco), medios de distribución (como un supermercado) y/o medios de ideologización (como un canal de televisión o un periódico). La posesión de estos medios le permite acumular capital (apropiándose de una parte del salario del trabajador o mediante el negocio del crédito), lo cual le hace cada vez más rico. Los trabajadores por su parte no poseen medios de producción, y por tanto no tienen fuentes de riqueza. No les queda otra que trabajar para los capitalistas vendiendo su fuerza de trabajo a cambio de un salario que les permita sobrevivir.



Estas dos clases están enfrentadas, del mismo modo que antaño estuvieron enfrentados siervos y señores feudales o esclavos y patricios. Primero, porque la clase capitalista (la clase dominante, la que detenta el poder) oprime constantemente a la clase trabajadora, por ejemplo haciéndola pagar las crisis propias al sistema capitalista o reprimiéndola usando la fuerza del Estado. Segundo, porque sus intereses están enfrentados: una subida de salarios, que beneficiaría, lógicamente, a los trabajadores, significa el deterioro de los beneficios del capitalista. Tercero, porque lo que beneficia al capitalismo a menudo es perjudicial para el trabajador. Para este último apartado hay varios ejemplos. A la industria farmacéutica le interesa más vender medicinas que encontrar la cura a enfermedades, a la industria armamentistica le interesa más que haya guerras a que exista un mundo en paz etc. Existe pues un antagonismo entre los intereses de los trabajadores y los de los capitalistas: es lo que llamamos la lucha de clases.



Dado que existe una pugna entre burgueses y trabajadores, es lógico que, para mantenerse en el poder, la burguesía utilice ciertos medios de coacción. Tal situación de sometimiento no se poría dar sin estos. Para esta tarea la clase dominante posee una compleja maquinaria represiva tanto fisica como ideológica. 



Esta se divide en dos: por un lado están los aparatos ideológicos del Estado (encargados de la coacción ideológica) y por otro las fuerzas represoras (encargadas de la coacción física). 



La coacción ideológica
Napoleón Bonaparte dijo que se podía conseguir todo con las bayonetas, excepto sentarse sobre ellas. En otras palabras: no se puede ejercer el poder únicamente mediante la autoridad de las armas. Esto provocaría una situación de guerra permanente que no permitiría el desarrollo de ningún sistema económico, menos aún del capitalismo. Por eso la burguesía requiere de la coacción ideológica para mantenerse en su trono.



Por coacción ideológica entendemos todo instrumento que sirva para que el oprimido acepte su condición y no se rebele contra quien le oprime. En otras palabras: todos los mecanismos ideológicos que permitan reproducir una situación de dominación. El filósofo francés Louis Althusser definió en un ensayo de 1969 hasta siete aparatos ideológicos destinados a reproducir la dominación burguesa:



• La Iglesia
• La escuela
• La familia
• Lo jurídico
• Lo político
• Los medios de comunicación informativos
• La cultura (letras, cine, deportes)



No siempre existieron tantos aparatos ideológicos estatales. Durante el feudalismo, por ejemplo, existían tan sólo tres medios de coacción ideológica: la Iglesia, la cultura y la familia. Lo que si que parece evidente es que, como anuncian los marxistas, en toda sociedad de clase la ideología dominante es la ideología de la clase dominante. Ello se debe principalmente a que ‘’los productores de ideologías se encuentran en situación de dependencia material con respecto a los propietarios del sobreproducto social’’ (Ernest Mandel).



Debido al formato que se me ha impuesto, sólo podré analizar dos de los aparatos ideológicos propios al capitalismo: la escuela y la Iglesia. Ambos están, de un modo u otro, presentes en nuestra cultura.



La escuela
En la escuela se nos enseñan una serie de habilidades que debemos asimilar antes de ser utilizados como fuerza de trabajo. Hay una educación para los obreros, otra para los cuadros e intelectuales, otra para los ingenieros etc. Los que se quedan a mitad de camino pasan a ocupar puestos precarios (basureros, cajeros, camareros). Pero también nos adoctrinan en una moral determinado y se nos imponen ciertas pautas de comportamiento que no tienen otro fin que la sumisión ante la clase dominante. Asimismo somos instruídos en principios tales como la competitividad, el individualismo o el liberalismo. Se imponen el lenguaje y las formas de ser de las clases más adineradas y se discrimina todo pensamiento crítico o escéptico. Según Althusser:



la reproducción de la fuerza de trabajo no sólo exige una reproducción de su calificación sino, al mismo tiempo, la reproducción de su sumisión a las reglas del orden establecido, es decir una reproducción de su sumisión a la ideología dominante por parte de los agentes de la explotación y la represión



Dicho de otro modo: el Estado burgués no necesita únicamente que los trabajadores aprendan las habilidades necesarias para servir al sistema (su calificación), sino que también requiere que estos acepten su sumisión al orden capitalista. 



El prestigioso sociólogo francés Pierre Bourdieu también considera que la función del sistema educativo es reproducir la situación de dominación social. Esto se debe a que la escuela trata a los alumnos como si fuesen exactamente iguales sin tener en cuenta sus orígenes socioeconómicos (que determinan su cultura y conocimientos). 



El sistema educativo capitalista tiene en cuenta lo que Bourdieu denomina capital cultural del alumno, es decir el conjunto de conocimientos que le enseñan en casa y los bienes culturales con los que cuenta (libros, películas…). Así, lo que el jóven se encuentra en la escuela (la cultura y las pautas consideradas "legítimas") puede coincidir con lo que le han enseñado en casa, cosa que ocurre entre las clases medias y altas, que suelen ser las mejor calificadas. Pero también puede dar pie a una impresión de extrañeza que genera una actitud de rechazo, de relación artificial con lo impartido en la escuela (dado que el niño entiende por natural lo que le han enseñado en casa), y que acaba repercutiendo en el fracaso escolar. De esta forma el hijo de padres ricos termina su escolaridad con relativa comodidad mientras el hijo de padres pobres no consigue adaptarse a las enseñanzas académicas. Es así como se perpetúa la dominación de ‘’los de arriba’’ sobre ‘’los de abajo’’.



La Iglesia
La religión –católica o no– enseña a los explotados a aceptar su destino. Nos convence de que la pobreza es una virtud mientras vemos a los de arriba vivir entre lujos. Habla de austeridad mientras apoya a sistemas económicos que tienen como máxima la desigualdad en la repartición de la riqueza. 



La Iglesia católica fue durante la Edad Media el aparato ideológico por excelencia. Se ocupaba del arte, la educación y el adoctrinamiento religioso. Extendía la idea de que el rey era el representante de Dios (y por tanto un ser inviolable) e insistía en que los pobres debían aceptar su condición y esperar a la recompensa celestial. Pero llegar al paraíso no era gratis: el oprimido debía comportarse correctamente, lo que en una lógica de dominio significa someterse al poder. Lo mismo hacían los clerigos de la Antigua Egipto y los líderes espirituales musulmanes. 



No es de extrañar que las revoluciones burguesas (o liberales) diesen pie a una brutal represión contra la Iglesia, pues esta expandía principios (como la austeridad, la idea del bien común o el altruismo) que no contribuían en absoluto a la implantación del capitalismo. Los curas y obispos debieron adaptarse al nuevo orden económico para conservar sus privilegios.



Hoy en día la religión no parece tener cabida en los régimenes capitalistas. Estos están impregnados en un aura de consumismo frenético, de libertad y tolerancia extrema que van radicalmente en contra del catolicismo o del islamismo. Es lo que llamamos posmodernismo. La mujer ya no quiere ser dominada, quiere ser libre y autónoma. El trabajador no quiere ser austero: quiere disfrutar de su vida, sueña con ganar la lotería para gastarlo todo en absurdos lujos. Y aún con todo, el 80% de los españoles se define hoy en día como católico. Si bien podemos suponer que muchos confunden catolicismo con agnosticismo, no cabe duda de que la Iglesia aún tiene cierto poder ideológico en nuestro país. 



¿Cuál es el mensaje que expande hoy en día la Iglesia? Además de posicionarse a favor de la derecha (y por tanto, obviamente, en contra de los intereses de la mayoría social), el catolicismo del siglo XXI insiste en la posibilidad de solucionar gran parte de los problemas con rezos. ¿No tienes trabajo y tu familia pasa hambre? ¡No pasa nada, siempre puedes rezar! Lo que sea con tal de que el oprimido no se de cuenta del origen de sus males y se rebele contra quien le explota. También es común que la Iglesia tienda a dividir a la clase trabajadora en odios absurdos: la homofobia, el machismo o el racismo siguen siendo hoy sus pilares.

Autor: @UlianovVladimir

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